Desde cero
Los ojos son las palabras ahogadas en el silencio que se rompen desde dentro a base de gritos que no salen por la boca. Los ojos son la puerta que conecta lo de dentro con lo de fuera. Son el espejo del alma.
Pero, ¿qué pasa cuando ya no son espejos y se convierten en fuentes?
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El baúl de los recuerdos está lleno, y yo no tuve mejor idea ayer que abrirlo, quizá por eso hoy estoy aquí...
Todo ha pasado muy lento y rápido a la vez. Todo ha cambiado mucho. Sin duda pienso que todos hemos tenido dos etapas diferenciadoras en la vida; pre y post COVID.
El COVID me ha ayudado. He conseguido reunir aquello que perdí allá por 2015. Aquello que era una mínima parte de mí, pero que necesitaba casi como a la vida misma. También he roto barreras y he conseguido pequeños retos que para mí eran un mundo. Te das cuenta de que tus necesidades han cambiado, lo que hacías antes ya no te llena, ya no te sirve. Ahora soy una versión mejorada de mi yo anterior.
Sin saberlo comencé una aventura que no me iba a dejar indiferente. Fue un caos de principio a fin. Buscaba ayuda, alguien que supiera entender el caos que yo misma había creado para deshacerlo. Y pensé que la mejor solución era poner el punto final de una forma drástica. Como dije, el tiempo pasa, y a veces pisa. Fue duro, mucho. Algunas noches nunca las olvidaré. Tuve que renunciar a lo que quería y a mí misma para ser feliz en el futuro. Me aferraba a la idea de "quizá ahora no pero en el futuro quién sabe".
Durante un tiempo estuve centrada en mis ideas, hasta que un mensaje hizo que mi vida diera un giro inesperado. Fue un comienzo. Esta vez bien, esta vez de verdad. En ese momento entendí que por más que quieras ayudar o curar metafóricamente, hay situaciones que escapan de ti, y lo que tú no puedes curar quizá el tiempo sí.
Y el tiempo sanó y nos sanó. Fue como encontrar la estabilidad que tanto tiempo había buscado. Todo se ordenó y volvió a su lugar, incluso mi cabeza. Pero no voy a ocultar méritos, parte de eso se ha conseguido con el trabajo en equipo de Romeo y Julieta del siglo XXI; el chico de los tatuajes en el brazo y el piercing de la lengua y la chica con los labios negros y medias de rejilla. Ambos tuvieron que deconstruirse en todos los aspectos para empezar de cero juntos. Tampoco fue fácil, ni rápido, ni lineal, como cualquier proceso de pareja requiere paciencia, amor y respeto. Yo creo que esto nunca se consigue al 100%, siempre sigues conociendo, remodelando... Y hay días duros, pero siempre se arreglan por la noche cuando nos acostamos y sentimos la piel del otro. No hay mejor vínculo afectivo que ese. La convivencia en pareja es compleja, pero siempre debes buscar aquello que arregla.
Ahora, casi 5 años después del desastre, estamos casados y amueblando nuestro nuevo piso, también de cero. Nada ha sido regalado. Ni nuestra propia relación. Ambos vivimos un proceso de idas y venidas que acabaron en una ruptura (que yo creí) definitiva. Pero definitivo solo es lo que tú quieres que sea. Crecimos por separado y juntos a la vez y nuestra relación también creció con nosotros.
Ahora ya no existe un yo sin él, quiero decir, existe, pero con él es mejor. Ahora tenemos miles de recuerdos plasmados en fotografías y memorias. Un piso que, como nosotros, tuvo que ser destruido para ser construido.
Nosotros seguiremos construyéndonos, porque el amor no se encuentra, se construye.