Día 49


Espero que saques todo lo malo que sé que todavía llevas dentro. Y lo bueno. Porque no hay nada más bonito que verte llover.
Y no me importa mojarme.

En guerra con Roma

No voy a hablar de chispas porque lo nuestro fue más allá, como un cortocircuito en una ciudad inmensa. Cariño y pasión entraron en la habitación, sin duda ese día serían protagonistas. 

Nos quitamos la ropa con cuidado, y besos empezaron a decorar todo mi cuerpo. Bonita obra de arte hiciste de mí aquel día. De pronto, de forma natural, nos dejamos llevar por el placer. Tú dentro de mí. Yo recibiendo cada embestida suave con pasión. Sentía tu fuerza en mis caderas, sentía tu pasión cada vez que entrabas y salías de mí hasta que el éxtasis nos ahogó.

Escalofríos recorrían una y otra vez cada centímetro de nuestra piel y juraría que en ese mismo momento podíamos convertir la belleza de Roma en una leyenda, pues nosotros estábamos haciendo algo más bonito que sus ruinas. Y no sabía lo mucho que necesitaba de ti hasta que te gasté. 

Persiguiendo estrellas

Una noche vi pasar una estrella
y corrí tras ella sin pensar.

Atravesé mil universos
pero ella siempre se alejaba.

Me detuve, me rendí,
pero más tarde lo comprendí todo.

Soy una de ellas.
Y tú y yo podríamos formar una bonita galaxia.

Cura 14

Siempre me han gustado los dientes de león.
Soplar y volar. 
Frágil pero valiente. 

Lo que nunca te diré

Es el momento de escribirte lo que nunca seré capaz de decirte. Escribir todo lo ocurrido en una carta que nunca leerás, que no vas a recibir nunca, porque no me atrevo a escribirte como destinatario.

Para mí fue algo fugaz, como las estrellas. Pese a su brevedad son capaces de mostrar su belleza en un micro segundo, como tú. Y no quería reconocerlo pero me dio tiempo a contemplar tus cicatrices, y a quererlas un poco. Una conocida mía siempre dice que son necesarias para poder coger aire y respirar. Tú lo sabrás mejor que nadie.

También fue algo improvisado. Como nuestros planes. ¿Cuántas veces hemos hecho lo hablado desde el principio? Creo que ninguna. En cualquier caso lo prefiero así. Siempre sorprendiendo, siempre disfrutando en compañía del otro. Si algún día tengo la oportunidad de pedir deseos sin duda los gastaré en ti, en poder vernos, pero a nuestra manera improvisada, para que no se pierdan las costumbres.

Resiliencia, ¿lo recuerdas? Nuestra palabra. Fue una grata sorpresa descubrir que compartimos algo más que a Albert y a Jorge. ¿Y sabes? Justo un día antes estaba en el mundo amarillo de Albert, así que a partir de ya dejo de creer en las casualidades para creer en las causalidades y crear una teoría que explique cómo es posible que dos personas puedan conectar tanto.

Llevo demasiado tiempo viviendo eso de la persona correcta en el momento equivocado, pero contigo no tengo esa sensación. Parece como si estuviese recordando un sueño perdido, como si te conociese de toda la vida y esto simplemente fuera la sinopsis de la película que rodaremos en un futuro, entre niños y patines.

Pero llegados a este punto no quiero esperar milagros, solo que las cosas pasen, que pasen de la mejor forma posible, para ti y para mí, y quizá, para nosotros.

Se me olvidaba contarte un secreto; estoy recogiendo todas las piedras y rocas que he lanzado a tu jardín para construir una casa y poder ver juntos trece razones, si no tardas mucho te espero el tiempo que haga falta.

Carta a un amor (in)mortal


When every ship is going down
I don't fear nothing when I hear you say
It's gonna be OK
(Ok - Robin Schulz)


Siempre definí la vida como momentos efímeros. Momentos que no vuelven, buenos y malos. Momentos con una palabra de cinco letras que me aterra; final. Un final pocas veces preciso. Yo no estoy preparada para vivirlo. 

Que alguien me explique cómo se deja escapar a alguien cuando no estás preparado, cuando la vida es caprichosa y no te deja una segunda opción. Que alguien me explique cómo se afronta una despedida sabiendo que es la definitiva. El ser humano no está hecho para despedirse, cada día lo tengo más claro.

Algunas personas 
deberían ser 
eternas.

Y por si todavía no ha quedado claro, 
odio 
las 
despedidas.

Lección aprendida de agosto

Le puse nombre a todas y cada una de mis estrellas, para que nadie me las robara.