Pausa

Mi alma es un turrón de chocolate blanco con lacasitos.
PD: Feliz navidad, nos leemos en enero.

Olvidar después de leer


No veo el momento de querer, como me gustaría que me quisieras a mí.

Crónica alcohólica, segunda parte

Te quiero como una alcohólica... ¿O es un daño colateral de mi desgarrado corazón?

Solo te pido un último beso en la oscuridad. Un beso que me queme los labios y sienta bajar por mi garganta, ardiendo como el infierno. Un beso que me termine de romper como la botella, cortando mi mano y los últimos trozos de mi corazón y mi alma.

Ahora que estoy aquí en medio de tantas sombras que se lamentan conmigo y me condenan por haber estado dispuesta a más de lo que puedo soportar, ahora estoy pagando el precio. Ahora que estoy en medio de la soledad, sola en la oscuridad me susurran que me acostumbraré a ver la vida pasar con esta botella...

El paradójico beso de la muerte.

El arte de ser tú

Rómpete en mí. Y conmigo. Clávate en vertical sobre mi tímida horizontalidad. Siempre sobre el abismo, a un fallo de caer. Atraviésame como una flecha atraviesa el viento, como una descarga eléctrica en un cuerpo que sólo quiere ser polvo. Hazme peligro con inyecciones de adrenalina. Desgasta mi piel y múdala conmigo. Golpéame contundente contra tus esquinas. Seamos acróbatas saboreando el vértigo, hagamos un salto mortal hacia dentro, con cosquilleos más allá del esternón, déjando ver tus límites. Trata de entender que esto es a todo o nada. Hazte vital para mí, crúzate en mi camino y ten el valor de quedarte cuando sea invierno, cuando empiecen a florecer los miedos y las dudas con el frío de la ausencia y te prometo que seremos primavera, que todo será intenso y te gustará.

El vértigo despega

Decidí dejarme la inocencia en casa, por Navidad pedí no ser para nadie más que para mí misma. Me apeteció disfrutar de mi idiotez y no regalar más de lo que me apetece... Porque al final siempre acabo debiendo. He perdido las ganas de hacer lo de siempre, porque lo de siempre ha perdido el encanto, y me niego a dormir otra noche más en el colchón de la monotóna rutina. No voy a hacer caso a los reclamos de la gente para que todo siga como antes, para que el equilibrio este ahí, porque el equilibrio es imposible. Y más cuando hablas de mí.

Roma no se hizo en un día, y al revés tampoco

Besarte poniendo en mis labios el sabor amargo del suicida, siempre con la mano puesta en el freno, ya sabes, por si. Soy un huracán destrozando todo a su paso, pero a mí solo me interesa destrozarte las dudas.

Necesito tus manos para poder sentir que aún queda algo de vida dentro de mí, necesito más besos suicidas, y necesito más tiempo para poder encontrar todas aquellas palabras que perdí porque sin ellas no soy capaz de decirte la verdad. Ah, y otra mente nueva, que esta ya la tengo roída de tanto extrañarte. 

Pero pese a todo volvería a morir mil veces dando el paso. Los puentes siempre están ahí esperando a sus suicidas, Roma seguirá ahí reconstruyéndose, pero los besos... Los besos cogen trenes y desaparecen sin darnos cuenta. 

Una tregua

Yo te acaricio la vida con mis dedos pero tú acariciame la poesía con tu lengua.