Siete años de mala suerte
Encerrada en esta cárcel que son mis huesos, soñando cada día con poder escapar de los barrotes, con romperlos. Todas las noches, desde la azotea de mi cuerpo, caigo al vacío sin moverme y mis ideas chocan contra el suelo, inertes.
Con la costumbre a cuestas de juntar mis pies al andar, jugando con ellos para tropezar, haciéndolo aposta, apostando a equivocar, haciéndolo mal. Jugando a perder, perdiendo casi sin querer, rompiendo espejos buscando la suerte, olvidando que un espejo son siete años de mala suerte.
Hola Né, me gusta como has plasmado en letras esos siete años de mala suerte cuando se rompe un espejo. Te sigo, y volveré a pasar por tu lindo blog para leerte. Un abrazo.
ResponderEliminarLola
Me ha sobrecogido el texto... Y no sé si acierto al decir que esa sensación de vacío también la he llegado a sentir y que, en cierto momento, me fue difícil salir. Y en lugar de querer romper, un día se aprende a querer reconstruir.
ResponderEliminarLas ideas siempre están vivas, aunque parezca que no y ese espejo, si se rompe, queriendo o sin querer, se puede restaurar, con paciencia, trocito a trozo. Al final se deja de tropezar y se empieza a correr.
7 años no es una vida entera. Nada es eterno.
Besos, Né.
La mente a veces juega al autoboicot la puñetera
ResponderEliminarBesitos Né
La única mala suerte al romper un espejo es que te puedes cortar con los cristales... pero las heridas no tardan 7 años en cicatrizar. Y se rompe tu imagen, no tú. Y otro peligro del espejo es que no te deja ver más allá de tu realidad, y ahí, romperlo trae buena suerte porque abre la visión de la realidad.
ResponderEliminar:))
...Hasta convertir el cuerpo en templo, Né.
ResponderEliminarAbrazazo.
Apostar a perder, así es cuando vas con mala suerte. Muy bien descrito, lindo poema.
ResponderEliminarSaludos desde El Blog de Boris Estebitan.
Lindo. Ne. Yo sin embargo no necesito juntar los piesa drede para romperme algo. Ya lo hago sin querer alguna que otra vez. Pero estoy aprendiendo. Mientras. Bastón.
ResponderEliminarBeso
Tengo un amigo que desde que rompió un espejo le fue de maravilla y ahora los rompe como hobby. ¡Excelente entrada Né!
ResponderEliminarUn abrazo.
El cuerpo es una cárcel de la que sólo el dueño puede doblar los barrotes, abrir la ventanas y puertas y gritar: ¡¡¡soy libre!... o pudrirse dentro en la sombra húmeda de los complejos y la depresión.
ResponderEliminarBss
Né,es brutal este texto,además de ser excelente!
ResponderEliminarCreo que es uno de tus mejores textos. Su profundidad abruma, lleno de sombras pero que proyectan la luz que tienes.
Excelente!
Un beso
Me quedo con la la luz que proyectas (con más o menos importancia de los espejos) lo que importa es reinventarse es necesario en ocasiones similares. El texto lo bordas y el mensaje también. Ahora cada cual en función de nuestra propia personalidad que adapte o bien los trocitos del espejo o el espejo entero entre luces y sombras.
ResponderEliminarSaludos, Né y feiz finde, amiga !!!
Gracias por tu visita!
ResponderEliminarTienes un bello espacio...por aquí nos encontraremos.
Cariños.
Es uno de los mejores escritos que he leído
ResponderEliminarGracias
Besos
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarLa suerte no es buena ni mala, depende del momento.
ResponderEliminarBesos.
A veces nos vemos encerradas en esa cárcel invisible, prisioneros de nuestros propios pensamientos intentando una y otra vez romper esos barrotes y volar en libertad. En la búsqueda de equilibrio unas veces, o muchas, tropezamos y caemos pero nos volvemos a levantar y a seguir experimentando vida...Né es unos de los textos más intensos y profundos que te he leído. Un placer leerte, preciosa.
ResponderEliminarAbrazos con todo cariño.
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarA veces son siete años y otras veces, la propina.
ResponderEliminarEn ese límite... Provocando a la suerte...
ResponderEliminarMuy bueno!
Que escribes, y lo haces bien, no queda duda.
ResponderEliminarAbrazo.