Eres fuego
No sé cuantos golpes encajé, tal vez una docena, o quizá llegaron a veinte. Mantener la consciencia tras los golpes es complicado, y, predeciblemente, caí derrotada. Absorbida por la espiral que yo misma creé de forma inconsciente y ahogada en nicotina era evidente que mi final no estaba muy lejos.
Te prendí fuego, eras tú o yo, y jamás me permitiría volver a pisar el infierno de nuevo. Lo siento, pero en esta batalla solo puede quedar uno en pie, y esta vez es tu turno.
Te convertí en lo que yo fui durante años, unas grises y tristes cenizas, polvo, nada. Y entonces lo entendí todo. Pese a ser mi compañero eras un asesino, eras mi asesino.