Pregunta sin respuesta

¿Te acostumbras al dolor o al daño que te han causado?

La copa rota



—Coge una copa.
—¿Para qué?
—Tú hazlo.
Atónito ante la orden decidió obedecer.
—Ya.
—Ahora tírala al suelo.
—¿Te encuentras bien?
—Perfectamente, tú haz lo que te pido.
Y con todas sus fuerzas tiró la copa al suelo convirtiéndola en mil pedazos.
—¿Para qué es todo esto?
— Ahora coge pegamento y trata de arreglarla.
— Pero...
No le dio tiempo a responder, acto seguido la puerta se cerró tras él. Un par de horas más tarde la puerta se volvió a abrir.
—¿Has acabado ya?
— Creo que sí —Le entrega la copa—.
—¿Está igual que antes?
—Nunca lo estará.
—Las personas también somos copas.

Día 80



No nací para despedirme, sino para encontrar(te). Para conocer personas como tú en las que poder echar raíces y hacer casa. Para aprender a confiar, incluso con una venda en los ojos. Nacemos y morimos solos, sí, pero no hay nada mejor que caminar acompañado y que ese alguien te recuerde esos pasos que has dado. 

Me pregunto cómo se aprende a desaprender. Sobre todo cuando no quieres y te obligan. Sobre todo cuando olvidar(te) es lo último en mi lista de cosas por hacer. Cuando ni quiero, ni debo. Y es que voy a tener que aprender a (con)vivir con tus recuerdos pero sin ti. 

Cuando alguien se va, no existe expresión capaz de definir aquello que siente el que se queda. 

Arrancando tiritas




 A veces me pregunto si es mejor arrancar las tiritas o dejar que el tiempo las arranque. 

Solo yo


Dicen que soy celosa,
insegura, 
exigente, 
gruñona, 
presumida, 
miedosa, 
confiada, 
seria, 
desordenada...

También dicen que soy responsable, 
madura, 
educada,
risueña, 
atenta,
trabajadora,
entusiasta,
fiel, 
prudente, 
sincera...

La realidad es que no soy nada de eso, solo soy yo, y estoy enamorada de mí.

Coleccionista de sonrisas


La sonrisa de verdad no se ve en los labios sino en los ojos que brillan de repente. 
Me iluminan el corazón. 
Me iluminan la vida. 
Supongo que habrán conseguido desactivar la protección a prueba de robos. 
O me la han robado también. 
Ahora ya no estoy segura de si ha vuelto la sonrisa o me la han robado. La cuestión es que me gusta sentir esa luz en mis ojos. Me gusta sentir el corazón brincando en el pecho 
aunque a veces siga tropezándose. 
Pero lo que más me gusta es ver mi sonrisa, y qué bien me queda.

Lecciones aprendidas en marzo

La memoria no borra, ignora. 
El tiempo no cicatriza, ayuda a convivir. 
Dejé de ser vulnerable cuando abandonaste mi vida. 
Aprendí a escuchar cuando oí tu ausencia. 
Aprendí a reír cuando soñé con mi risa. 
Comprendí que nada termina, sino que cambia de forma. 
Que los amores eternos pueden terminar en una noche y que grandes amigos pueden volverse grandes desconocidos. 
El amor no tiene la fuerza que me gustaría. 
Todavía no han inventado nada mejor que el abrazo de alguien importante. 
Aprendí que el nunca más, nunca se cumple y que el para siempre, siempre termina. 
Aprendí que el que arriesga no pierde nada 
que el que pierde
también se gana.