Incendio humano

Un solo roce bastaba para incendiar el mundo, lo sabía, por eso nada más verle le abracé como cuando llevas mucho tiempo sin ver a alguien importante para ti. Todo a nuestro paso se convirtió en ruinas. Nos regalamos caricias y algunas verdades camufladas en alcohol. Besos, mi gran debilidad. Uno, dos, tres, cuatro... Y perdí la cuenta. Nos dejamos llevar toda la noche y me perdí en unos ojos color avellana, y ellos en mí, perfecta simbiosis. Me mordió la sonrisa y me ganó la batalla. Hay cosas con las que no se juegan y esa era una de ellas. La distancia también se puede medir en metros, aunque aseguro que entre nosotros no dejamos escapar ni uno, la cama fue testigo de ello. Qué intensa noche. Y aumentó la temperatura, hasta treinta y ocho grados.

10 comentarios:

  1. Un fuego que no destruye sino que calma, que libera, agrada.

    Saludos.

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  2. "... verdades camufladas ..."... mortal esa frase

    \m/ Né \m/... Abrazos Poetisa

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  3. Las distancias no sólo se miden el metros, también en afecto y sentimientos.

    Besos.

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  4. Descubro tu blog y me encanta.
    Besos

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  5. a mi me gustó eso de morder la sonrisa... más que eso imposible... saludos!

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  6. Hola Né, me ha encantado visitarte y encontrarme envuelta en el bello incendio de tus letras.
    Abrazos y muy feliz fin de semana.

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  7. ¡Qué no se apague nunca!

    Abrazos.

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